En el otoño de 2017, las trabajadoras sociales del Polígono en coordinación con la asociación IntermediAcción, deciden poner en marcha un grupo de conversación con mujeres provenientes de Marruecos. La idea es crear un espacio para reforzar el idioma y los canales de comunicación con el entorno, que faciliten las relaciones sociales y el acceso a los recursos del barrio. Se trata de una actividad informal, que no practica la educación académica y de asistencia voluntaria, sin inscripción de acceso. Todas las mujeres son bienvenidas, al margen de su edad, formación y procedencia.
La actividad da comienzo a finales de septiembre en el Centro Social, al principio con escasa asistencia de personas que llegan derivadas por los servicios sociales y que son el germen de un grupo al que, poco a poco, se van sumando participantes que han conocido la actividad de manera fortuita, a través de algún familiar o vecino. Un día a la semana, estas mujeres acuden durante dos horas para practicar el idioma, aprender palabras, resolver dudas… pero también para encontrar un espacio en común donde se sienten crecer y se relajan.
En junio de 2018, el grupo ha alcanzado ya la veintena de participantes. Es entonces cuando se hace una evaluación en la que ellas mismas valoran muy positivamente la organización y los contenidos de las sesiones, con una dinámica en la que cada una de ellas representa el lugar del barrio al que se siente más apegada. La mayoría opta por recrear su vivienda, aunque también se proponen otros edificios como la mezquita o el Centro de Atención Temprana, donde la hija de una de las mujeres asiste para tratar su problema con el habla.
La vecina más veterana del grupo es Aicha, que lleva residiendo en el Polígono desde hace 21 años. Ella ha visto cambiar el barrio del paisaje pelado que había antes a la proliferación de edificios y de calles. Lo que más le gusta es su paseo diario por el Parque Lineal. Sin embargo, la estancia de Fatima es mucho más corta: apenas hace dos meses que llegó. Además de la casa donde vive, ella dibuja la rotonda de los patos y declara que, en realidad, el Polígono se parece mucho a Beni Melal, su ciudad de origen. Entre medias de estas dos mujeres están Khadija, Gemaa, Asya, Tijania, Farida, Aoatif, Zhora… y Bilal, el único chico del grupo. Algunas de ellas acuden con sus hijos pequeños porque no tienen donde dejarlos, pero esto no les impide venir. Además de poner en valor los aspectos positivos del barrio, como la comunicación por transporte público con el resto de la ciudad, el ambiente tranquilo y las instalaciones disponibles, también hay elementos que merecen la crítica como los malos olores provenientes de la zona industrial y del alcantarillado, así como cierto abandono de los parques y jardines.
Cuando al término de la actividad se juntan las sencillas maquetas hechas con papel, el resultado es una representación del Polígono tal y como ellas lo ven, con sus edificios cotidianos y también algunos ideales (hay una casa marroquí y algún monumento del casco histórico). Es el barrio que ven todos los días, el que han elegido para vivir y donde tratan de sacar sus rutinas adelante. Por todo esto, es el barrio que también a ellas les pertenece.